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Cartas de Erwin P. Dieseldorff | Carta #16 parte 1

 

9- 15 de enero de 1889

Como hasta ahora, te quiero hacer llegar mis descripciones durante el viaje lo mejor que puedo; pero cuando haya algo de irregularidad, no debes enojarte, pues mis cartas siempre las escribo con dificultades.

Bueno, el 7 de enero, a las nueve de la mañana salí de Cobán a caballo, en compañía del señor von Nostitz, después que estuve precisamente dos meses allí. Lo sentí mucho y me fue bastante difícil dejar Cobán. Por un rato, después de la partida, no dije palabra alguna. Luego, cuando llegamos a la última cadena de montañas, desde la cual contemplamos por última vez Cobán con sus blancos edificios que se divisan a gran distancia, vi una vez más largamente hacia atrás. Todos me gritaron todavía un último saludo con las palabras: “Que le vaya bien, que tenga buen viaje, pero regrese pronto”.

Richard Sapper cabalgó con nosotros todavía hasta Santa Cruz, pues tenía negocios que hacer en San Cristóbal. Allí nos separó el camino, pues nosotros nos dirigimos a Tactic, un pueblo de indígenas por el que pasé cuando llegué de Panzós. En Tactic nos quedamos a dormir, pero como mis mozos habían caminado hasta Santa Rosa, tuve que prestar una frazada, pues Tactic es más alto que Cobán y, por consiguiente, más frío. En el mismo cuarto se encontraba también una de esas bellas palomas milagrosas que aparecían antes en masa en Norteamérica, pero que ahora han desaparecido casi por completo por la exterminación masiva.

A la mañana siguiente continuamos el viaje y poco después de Tactic entramos a un largo valle en el que nace el río Cobán, se usa como potrero o campo de pastoreo. Aquí el clima ya es mucho más caliente. De repente advertí una pequeña culebra a mitad del camino, que casi hubiera mordido la pata al caballo de von Nostitz. Estas culebras pequeñas son algo venenosas, pero no muerden a través de la bota, por lo que son peligrosas sólo para los animales y los indígenas.

Después que subimos una montaña empinada, que consistía sólo de esquisto, y bajamos por el otro lado, llegamos con gran satisfacción a un rancho que se llama Santa Rosa, donde desayunamos. Aquí vive una familia de zambos (mezcla de indígena con negro), que tiene una preciosa hija de unos siete años, que se llama Santa. Debo hacer la observación, que las mezclas de negros, en particular, son a veces gente más leal y simpática, mientras que las de indígena con ladino por lo general son alevosas, malcriadas y falsas, o como los indígenas, muy bruscos.

 

 

De Santa Rosa tuvimos que subir una cuesta. Durante dos horas pasamos por tierra bastante estéril y totalmente árida, como muerta, en una vereda pedregosa hasta arriba. Los ojos le dolían a uno por el brillo del sol que se reflejaba fuertemente en la mica volcánica. De repente se llega a la cima y a gran distancia se ve un largo valle que se dobla abajo. La impresión es muy fuerte, porque las dimensiones son tan enormes. En el valle, que hace cientos de años fue la cuenca de un lago, se encuentra Salamá, y más allá la plantación de caña de azúcar San Jerónimo. Delante de nosotros se encuentra una segunda cadena de montañas, que tenemos que pasar a la mañana siguiente.

Mientras tanto, hacía mucho calor y como nuestras bestias ya estaban bastante cansadas, desmontamos y nos martirizamos bajando el largo descenso a pie durante hora y media. Los pies nos van a doler, pues las piedras son muy puntiagudas. Al llegar abajo paramos unos 50 minutos cerca de un río, bajo la sombra de un árbol, donde gozamos mucho el descanso, ya que lo necesitábamos.

Después de una hora llegamos a Salamá, cabecera de Baja Verapaz. El clima de Salamá es bastante diferente al de Cobán. Mientras que en esta última llueve la mitad del año y es húmedo, en Salamá es caliente y seco casi todo el año. Por consiguiente, la llanura de Salamá también es bastante diferente, allí sólo crecen especies de cactus. Estos existen en grandes cantidades, tamaño y belleza, y provienen del anterior cultivo de la cochinilla; los cercos y setos consisten casi siempre de éstos, a veces los cactos son grandes y llegan a tener una altura de tres hombres, el mejor cerco que se puede imaginar uno contra los animales salvajes y extraños y la gente inoportuna.

En Salamá encontramos un buen albergue y, a la mañana siguiente, salimos refrescados a caballo. von Nostitz suele venir aquí a pasar la mala época lluviosa para deshacerse del reumatismo que le dio en Cobán. Aquí también se cultiva la vid. Las uvas se venden en Guatemala a cuatro marcos[1] la libra.

Al llegar al otro lado del llano hay que subir la cuesta que vimos el día anterior. Después de la cansada cabalgata alcanzamos la cima a las 9:15 , desde donde pudimos ver casi hasta Guatemala. Desde la lejanía divisamos los volcanes Pacaya y Agua, que se pueden ver desde Guatemala de cerca. Descendimos otra vez del caballo y bajamos la montaña. El sol se vuelve de pronto tan caliente, que los volcanes desaparecen de nuestros ojos por la densidad. Esa altura es la mitad del camino entre Cobán y Guatemala. La cuenta de nuestra cabalgata es la siguiente:

 

 

1 er día

salida de Cobán

8:40 A. M.

 
 

Santa Cruz

11:00 desayuno (20 min.)

 
 

llegada a Tactic

2:00

5 horas

    

2º día

salida de Tactic

6:30 A. M.

 
 

a Santa Rosa

9:50 desayuno

 
 

salida de Santa Rosa

altura

10:55

1 :00 P.M.

 
 

descanso – río

llegada a Salamá

(50 min.)

4:00

7h. 35′

    

3er día

salida de Salamá

6:30 A. M.

 
 

altura (Chuacús)

llegada a Canoa

salida de Canoa

San Bernardo

Trapiche Grande

9:15 desayuno (35 min.)

2: 10

3:30

4:45

6: 10

9h. 45′

    

4º día

salida de Trapiche G.

6:40 A. M.

 
 

llegada a San Antonio

salida de San Antonio

llegada a Guatemala

10 :30

11 :25

2:00 P.M.

6h. 25′

    

Total:

  

28h. 45′

 

 

 

 

Olvidaba contarte que en Salamá visité a un alemán, de apellido Hussmann, que tiene allí una tienda desde hace muchos años. Desde Salamá telegrafiamos a nuestras siguientes estaciones pidiendo forraje, ya que por lo árido del camino hay poco pasto para los caballos y, aún así, la comida de los pobres animales fue bastante escasa.

En Canoa tomamos un café-limonada. Aquí hay fuentes calientes que contienen ciertos minerales. De Canoa hasta Guatemala se encuentra todo adaptado para los marranos y diariamente se llevan unos 200 a Guatemala. Encontramos una horda de los mismos, de los cuales la mayoría estaban pro­ vistos de zapatos, es decir de sandalias, ya que las piedras son muy puntiagudas. Mi caballo “Lieb”, el que se va ahora de regreso a la finca Sasís de Herrnann, quedó bastante maltratado de la cabalgata de cuatro días, pero mostró sus buenas cualidades.

 

[1] Cuatro marcos = un peso.

*. Las fotografías presentadas, no pertenecen a la historia, se emplean con fines ilustrativos.

Más info: Cartas de Erwin Paul Dieseldorff 

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