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Diablos; una visión de 1860

Danza de los diablos

“Luchas entre el bien y el mal para erradicar las prácticas y creencias prehispánicas”

Cuando se habla de las tradiciones y costumbres de cualquier grupo social, como la que comentaremos, nos es preciso recordar que estás se forjan como producto de las repeticiones, con objetivos puntuales y son coercitivas.

Estas costumbres en la mayoría de los casos pasan a formar, transformar y generar procesos culturales que desea plantar el conquistador sobre los conquistados, cuyo fin es erradicar prácticas que para este son inadecuadas y atentan contra la moral o las buenas “costumbres”, en el caso de las danzas el trasfondo de estas se relaciona con elementos religiosos – ceremoniales.

Las danzas, forman parte de las festividades populares y están vinculadas con la vida histórica cultural del país, es recurrente en ellas el uso de máscaras y complejos trajes; para las danzas contemporáneas sus orígenes los encontramos como producto de mezclas culturales, como la herencia precolombina local y regional, el afro caribe y los procesos de contacto europeo, españoles, sobre todo.

La danza de los diablos aún celebrada en espacios como Ciudad Vieja, municipio de Sacatepéquez, Guatemala, tiene lugar el 08 de diciembre de cada año, continúa con la tradición del festejo y la remembranza de la lucha del bien sobre el mal, mensaje que se suma al esfuerzo de difundir y reafirmar los mandatos del evangelio y su introducción llega junto con los emisarios españoles en el siglo XVI.

La danza de los diablos realizada en Cobán, Alta Verapaz se realizaba para determinadas fiestas nacionales y religiosas, fue representada por Firmin Bocourt [1] y esta no representa parte de la historia de los grupos indígenas locales, sino como se comentó anteriormente buscaba afianzar creencias religiosas, condenar a todo aquel que atente con su incumplimiento y confirmar que la catequización podía realizarse sin recurrir a la violencia.

Los evangelizadores y colonizadores aprovecharon varios elementos de la cosmovisión maya dando nombre a los espíritus malignos que habitan en las entrañas de la Tierra, nombrándolos como enfermedades, vicios, los siete pecados capitales y las siete virtudes. Los actores que ejecutan el rol de diablos visten disfraces de un color rojo intenso, como si estuvieran ardiendo, pueden utilizar pelucas y máscaras de madera que pudieran exagerar o humanizar mucho los procesos “diabólicos”.

Según algunas fuentes su puesta en valor tuvo mayor auge principalmente en territorio Q’eqchi’ (recordando así la manera en que se catequizó y conquistó la región, sin fuerza, pero si con mucho simbolismo), su prohibición durante el siglo XVIII casi la hizo desaparecer y una versión muy próxima a la original es la que aún sobrevive en Ciudad Vieja.

Según Tomas Gage (1946) las danzas daban inicio en la iglesia, frente a la imagen del santo patrono, en el atrio y podríamos sumarle la plaza central, como ese lugar de reunión propicio para visibilizar estos procesos a la mayor cantidad de transeúntes o en fechas particulares.

En el caso de la misma danza, pero en provincias de Panamá, la danza revive la lucha entre el bien y el mal, entre el esclavo afrodescendiente y el conquistador, entre Dios y el Diablo. En este momento las máscaras de los diablos reflejan la maldad del opresor, del hombre blanco que somete y castiga.

…Traedme rápido esas almas
que habéis extraviado
porque por ellas espero
con las fogatas encendidas …

(Fragmento de diálogo de la Danza del Diablo)

“Diablo tú no puedes conmigo

Diablo el infierno es pa’ ti.

Diablo tú no puedes conmigo

Diablo y la gloria es pa’ mi.”

(Fragmento de cantillo de la Danza del Diablo que aplica para Panamá)

La permanencia de estas prácticas culturales como ya se indicó se logra por el entusiasmo y devoción de quienes las ejecutan, logran vincular con la memoria histórica y transmitir a otras generaciones el patrimonio intangible de diferentes grupos. En el particular caso de las danzas, es a través de la música, la trama, el baile, el ritmo, los números elementos decorativos y el genius loci del lugar que se logra vincular con el pasado prehispánico, otras consiguen ahondar en historias cotidianas o particulares e innumerables casos visibilizar los diferentes procesos culturales resultado de la colonización europea desde el siglo XVI.

Le Monde illustré (1866); colorización por Juan Moncada

Lujan Muñoz, Jorge  2000  Danza y máscaras de Guatemala, Revista Universidad del Valle de Guatemala, número 10, año 2000.

Le Monde illustré 1866 Bibliothèque nationale de France. Páginas: 169 – 170 Source: gallica.bnf.fr /

Colección Verapaseando por la Historia.

[1] La danse des diables, exécutée par les indiens cobans à l’époque de certaines fètes nationales et religieuses (D’ après le croquis de M. Firmin Bocourt); traducción: La danza de los diablos, ejecutada por los indios de Cobán en la época de ciertas fiestas nacionales y religiosas (Del boceto del Sr. Firmin Bocourt).