Por Julio Rossignon
PORVENIR DE LA VERAPAZ EN LA REPUBLICA DE GUATEMALA
Agriculture is the most healthful, the most useful
and the most noble employment of man.
La agricultura es el entretenimiento más saludable,
más útil y el más noble del hombre.
Washington.
En el año de 1843, M. Abel Rugo, hermano del célebre poeta francés, editor de muchas obras útiles y particularmente de la Francia pintoresca, se había encargado en París de la publicación de varios documentos relativos a la colonización del distrito de Santo Tomás de Guatemala, por una compañía belga. Tuve entonces la ocasión de leer el informe del coronel de artillería M. Depuygt, a su regreso de Guatemala, a donde había sido mandado como director de una comisión de exploración. Este documento trataba particularmente de la Verapaz, punto del país enteramente desconocido a la sazón en Europa, y que me llamó vivamente la atención. El señor Hugo, con quien tenía estrechas relaciones, me suplicó que reprodujera el contenido de aquel informe el Echo du monde Savant, y al mismo tiempo me presentó al Conde de Hompesh; director principal de la compañía de colonización belga. Así fue como llegué a ser nombrado director de los trabajos científicos de la colonia de Santo Tomás y a formar parte de la expedición que salía el 29 de diciembre de 1843, de Amberes, llevando conmigo, así como todos mis compañeros, mucho entusiasmo y mucha fe en el porvenir. Siempre tendré presente aquella canción que se había vuelto casi popular en el puerto de Amberes, improvisada por un bardo flamenco, en la cual la Verapaz era mentada como un paraíso terrenal. Los colonos, antes de embarcarse, repetían en coro el final de cada copla, de lo cual no recuerdo sino las palabras:
¡Verapaz et pleasure!
¡Verapaz y placer!
EI lector me perdonará esta larga introducción a mí me ha parecido interesante entrar en estos pormenores, fútiles en apariencia, para demostrar que hace ya muchos años que la Verapaz llamaba la atención de los colonizadores. Algunos años antes una compañía inglesa había tratado de colonizar una parte de este vasto e interesante territorio cerca de Telemán, en un lugar llamado Boca Nueva ó Abbottsville. Santo Tomás era más bien considerado en Bélgica como perteneciente al departamento de Verapaz que al distrito de Izabal. Se ha cometido en nuestros días errores de geografía menos perdonables, como lo atestigua por lo demás un mapa de la república de Guatemala, publicado en Nueva York últimamente, el cual, por lo que toca a la Verapaz, puedo asegurar que contiene una multitud de yerros y de inexactitudes.
Hoy día, todo el mundo conoce en Centroamérica la suerte que tuvieron ambas colonias, inglesa y belga. Empero, no se puede negar que han sido útiles al país, porque han contribuido a hacerlo conocer mejor Y le han proporcionado algunos artesanos inteligentes. Ahora, pues, que en la República de Guatemala las empresas agrícolas se están multiplicando de un modo hasta entonces desconocido, que la agricultura es la preocupación general, séanos permitido, en una ligera reseña, llamar la atención de los guatemaltecos hacia este territorio inmenso; digno de formar un estado que no cedería en nada a los otros de Centroamérica, tanto por su dimensión, como por sus diversas riquezas naturales. Séame lícito, aunque con mucha imperfección, dar una pequeña descripción (algo más completa que las estadísticas oficiales) de un país llamado a ser con el tiempo, el más poblado y el más rico de todo Centroamérica. No faltará quien me ponga la tacha de exagerado, y quien diga que, al escribir estos desaliñados renglones, no fui movido sino por un pequeño interés personal: de antemano perdono esta suposición mezquina: he sido colono, he vivido durante mucho tiempo de ilusiones y de desengaños y otra vez me he hecho colono: este era mi destino. Pues bien, no haré, como algunos egoístas que lo quieren todo para sí, quienes, después de haber hallado un lugar donde muchos pudieran enriquecerse, no vacilan en hablar con desprecio de este mismo lugar, y que después de haber obtenido terrenos que solicitan, aconsejan todo lo contrario de lo que ellos mismos han hecho. Si, al contrario, logro que los guatemaltecos conozcan un poco mejor esta parte de su patria, que algunos de ellos la habiten, la cultiven y saquen de ella el mayor provecho posible, esto será la recompensa que más anhelo. Hoy día, la colonización no debe venir de fuera, la colonización debe hacerse por los mismos hijos del país; y vacilo en afirmar que alguna otra porción del territorio guatemalteco ofrezca una suma igual de ventajas bajo todos conceptos.
El clima de la Verapaz es, en general, muy sano; por supuesto, exceptuando las costas, que en todo Centroamérica son algo enfermizas, Y lo son por la extensión de los bosques, por la humedad caliente y por la prodigiosa multitud de insectos incómodos que las habitan. Sin embargo, con Jos desmontes desaparecen los miasmas y con ellos la causa principal de la insalubridad. Mediante un régimen de vida higiénico, es decir, exento de excesos de cualquiera clase, se puede vivir en las costas, y el número de enfermedades agudas es mucho más diminuto de lo que se piensa generalmente, muchos, sobre todo, que en Europa, como lo podría probar una estadística medica de estos países, si algún día se publicara. El clima de la capital de Verapaz, Salamá, a pesar de ser caliente, es muy sano.
En esta ciudad, bastante poblada, no hay facultativo y parece que un médico no hallaría en Salamá una posición bastante brillante, puesto que estando tan cerca de Guatemala, donde no faltan médicos hasta ahora ningún discípulo de Esculapio ha pensado en explotar este punto.[1] Las partes frías de la Verapaz son todavía más sanas; y es de notar, de paso, que en Cobán, considerado todavía por muchos como el non plus ultra de la humedad, el cólera morbo no ha hecho ninguna víctima en las dos crueles apariciones que ha hecho en este país.
El clima de la Verapaz es tan variable corno su extenso territorio; pero en los puntos más elevados de la cordillera no caen tantas heladas como en la región de los Altos; es que esta parte de la república tiene mayor analogía con las Antillas, y las estaciones se asemejan mucho a las de aquellas islas. Casi toda la Verapaz está bañada por la brisa regular del mar de las Antillas (mar Caribe). Cuando esta brisa es fuerte, regularmente no llueve. Mas a fines de setiembre comienza a aflojar el viento, cambia de rumbo, y entonces hay formación de nubes densas en la parte alta de la cordillera: llueve a menudo y la lluvia se vuelve más intensa y más tenaz, a medida que el norte toma mayor incremento. Los nortes, que, por otro lado, de la cordillera, la que mira hacia el S. O. (lado de Guatemala) y se extiende hasta la costa del E. (impropiamente llamada costa del Sur), hacen cesar las lluvias y anuncian la estación seca, determinan, al contrario, en toda la Verapaz, empezando desde la boca del Polochic, hasta las alturas de Salamá (Santa Rosa, Purulhá, etc.), una serie de temporales más o menos fuertes, según la fuerza del viento que los produce. Entonces el sol pierde mucho de su fuerza, el aire se mantiene frío y húmedo, muchos árboles en las alturas pierden sus hojas: tenernos, pues, la estación que se llama invernada en las Antillas. Raras veces se oyen truenos en esta estación. Se forman lagunas en varios puntos bajos de la cordillera, la naturaleza torna un aspecto triste que recuerda el otoño de las partes septentrionales de la Europa: muchas aves acuáticas inmigran y pueblan las lagunas; mientras que otras más friolentas van a buscar otros climas. El extranjero que quisiera formarse una idea del clima de la República por las tablas de observaciones meteorológicas publicadas con mucha exactitud en la Gaceta Oficial, o por los almanaques publicados en la capital, quedaría muy equivocado, pues es imposible juzgar por el tiempo que está haciendo en Guatemala, del que hace a pocas leguas de distancia; y si no, basta citar un ejemplo: Amatitlán queda a seis leguas escasas de la capital y su clima es del todo distinto, pues, como todo el mundo sabe, en aquel lugar privilegiado se hacen al año dos cosechas de cochinilla, lo que no pudiera efectuarse si lloviese tan a menudo como en la capital.
La estación de aguas comienza más temprano en la Baja Verapaz que en la Alta, pero es poco copiosa en ambas partes, las tormentas más fuertes se verifican en mayo, cayendo a veces mucho granizo en ciertos parajes elevados de la cordillera. La canícula es larga, y hay años que dura en la Alta Verapaz desde julio hasta fines de setiembre. Sin embargo, de algunos pocos años acá, el clima de Cobán, en particular, parece haber cambiado algo, lo que se atribuye a los grandes desmontes; la temperatura media es un poco menos elevada: hay menos frío en los meses de diciembre, enero y febrero, y las tormentas tienen un carácter más análogo, si se puede decir así, al de las tormentas de la costa. Con todo, este cambio no es todavía muy sensible y no sabemos si con el tiempo, aumentados los desmontes, habrá una mudanza total en el clima. En razón de todo lo expuesto anteriormente, los cafetales de la Alta Verapaz se desarrollan con menos velocidad que en las costas, pero los arbustos son más copados, más fuertes y mucho más cargados; su fruto, elaborado más despacio, adquiere una cualidad superior. hoy innegable. Hasta ahora no se conocen enemigos al cafeto, y aunque se ha hablado mucho de ciertas heladas que pueden perjudicar a este estimable arbusto, diremos con nuestra propia experiencia que son dicterios exagerados. Es verdad que, durante los meses de invernada, los cafetos presentan un follaje algo amarillento; más este es un estado transitorio: entonces la vegetación está casi suspensa, y tan luego como cesan los nortes, los cafetos crecen con mucha violencia y se adornan de un color verde, brillante y lozano que no se observa en los demás puntos del país.
La electricidad hace, corno todo el mundo lo sabe, un papel importantísimo en la vegetación. El desarrollo de la electricidad es tanto mayor, cuanto que la atmósfera es más cargada de vapores y que el suelo ha sido más tiempo calentado por el sol de los trópicos. Los fenómenos a que da lugar el desarrollo de la electricidad no son todos bien conocidos, y nosotros consideramos como uno de tantos fenómenos eléctricos lo que se llama generalmente retumbos. Los retumbos son muy frecuentes en la Alta Verapaz y coinciden siempre con un cambio de tiempo durante la estación de las aguas. Muchos retumbos, en la estación seca, anuncian generalmente un temporal de aguas o indican lo contrario, cuando se oyen después de muchos días de lluvia. Es de notar que entonces no hay propiamente tormentas y los truenos son escasos, inclinándome a creer por esta observación, que el retumbo no procede, como generalmente se piensa, de algún volcán en movimiento, sino de un cerro puntiagudo, recipiente de mucha electricidad, que en un momento dado produce una descarga interior.
El cerro hace el papel de una nube y la explosión eléctrica se verifica cuando se halla cubierto de espesas nubes, cuya electricidad contraria se pone en contacto con la que él encierra. Lo que da una cierta probabilidad a esta explicación teórica, consiste en que los cerros que hacen estas detonaciones sordas son en general puntiagudos y cubiertos de espesas nubes en el momento de la descarga. Es lo que hemos observado constantemente en Cobán al examinar de lejos las montañas de donde parecen proceder los retumbos. Poco tiempo después, el agua empieza a caer, como sucede después de un trueno y los retumbos no tardan en cesar.
Después de un temporal, los retumbos se producen probablemente del mismo modo que los truenos, que en iguales circunstancias indican también la conclusión de aquel. El sol evapora el agua antes había antes empapado el cerro, Y estos vapores dan lugar a una emisión de electricidad interior que ocasiona repetidas descargas. Si los retumbos procedieran de algún volcán en estas circunstancias, ¿por qué sólo se habían de oír durante la estación de aguas?, ¿por qué habían de producirse bajo la influencia de densas nubes?, ¿por qué no se oyen, cuando el cerro está enteramente despejado?, ¿por qué estos retumbos no son precedidos ni seguidos de temblores?, ¿por qué se verifican en lugares donde no hay volcanes propiamente dichos?
Si hemos insistido en este punto tan interesante de meteorología local, es con el objeto de llamar la atención de los observadores acerca del fenómeno de los retumbos de invierno, que no se deben confundir con los verdaderos retumbos volcánicos, que preceden, acompañan, o siguen a los temblores y a las erupciones volcánicas. Ahora sería interesante determinar a qué clase de terreno pertenecen los cerros retumbadores, porque unos retumban y otros no: si la naturaleza de los minerales que encierran influye en la producción de este fenómeno, etc.
Muchos son los ríos o riachuelos que surcan el territorio de la Verapaz en diferentes direcciones; más uno sólo merece el nombre de río y es el Polochic. En esta parte del territorio de Guatemala, hay que reconocer forzosamente una analogía muy grande con la república mejicana, país poco regado, si se compara con el resto de la América; aquí los ríos ocupan casi siempre el fondo de los valles estrechos, están encajonados al pie de inmensos cerros y la ruta que siguen es tan caprichosa y trastornada, por decirlo así, como el mismo terreno. De ahí resulta que estos ríos forman frecuentes raudales, a veces debajo de la tierra, para resultar después al pie de algún cerro: se quedan mucho tiempo así secos y de repente se vuelven torrentes, llevando en su curso árboles que con el tiempo van formando barras y obstáculos casi insuperables para la navegación.
Pocas veces estos ríos pueden ser aprovechados para regar las tierras y en algunas partes, al desplayarse, forman esteros y pantanos que sería muy difícil secar. Por lo demás, no veo que haya una sola persona en la república que pueda dar una descripción exacta del curso de estos ríos; muchos hay que poseen diferentes nombres y no forman sino un solo y mismo río; dónde está su origen, dónde desembocan, cuáles son sus afluentes; y sin embargo, este sería un estudio interesante, ayudaría a conocer mejor los límites de los departamentos y en particular los de Verapaz, que, por más que se diga, son harto confusos, aunque hay mapas que los tienen trazados con una regularidad geométrica capaz de engañar a las personas que no conocen este país, que ignoran, v. gr., que entre el departamento de Totonicapán y la Verapaz, por el lado del Petén y de la colonia de Belice, hay inmensos montes vírgenes, cuyo suelo no ha sido pisado por el hombre ni después de la conquista ni quizás antes de ella.
[1] Recientemente el Supremo Gobierno ha nombrado un médico para Salamá.
Referencia:
Memoria dedicada al consulado de comercio de Guatemala. Anales de la Academia de Geografía e Historia de Guatemala Tomo XXXII, 1959
*. Las fotografías mostradas únicamente son una forma de ilustrar los texto y no corresponden al relator.
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