August Rouge | Viaje a Guatemala

En la época de la llegada de Augusto Rouge a Guatemala ésta, al igual que los otros países hispanoamericanos, estaba intentando abrirse al mundo después de siglos de aislamiento, para lo cual trataba de atraer la inmigración. El señor Rouge no fue un agricultor o artesano, como la mayoría de los alemanes que llegaron a Alta Verapaz. Su condición de maestro le permitió observar con detenimiento y describir la naturaleza y la cultura de los q`eqchíes de Alta Verapaz.

Carta dirigida por August Rouge a sus padres y hermanos narrando su viaje a Guatemala *

 

 

                                                                                         Cobán, 10 de Enero de 1894.

Queridos padres y hermanos:

Antes que nada quiero ahora describirles mi viaje desde Nueva York hasta aquí.  El ferrocarril me condujo primero hasta Nueva Orleáns, a donde arribamos después de un viaje de cuarenta horas.  Los vagones americanos están impresionantemente arreglados.  Desde uno pasa uno a los otros y duerme y come en el mismo.  Nueva Orleáns es muy grande pero no posee una importante estación de ferrocarril.  Por todos lados hay una colosal suciedad.  Se cierne sobre la ciudad una gran nube de humo procedente de las muchas fábricas de azúcar en ella establecidas.  El hotel en que me alojé era malo, como también lo era la comida.  En Nueva York había nieve y en Nueva Orleáns quemaba el sol que brillaba en todo su esplendor. En la ciudad propiamente dicha había muchos negros. 

En Nueva Orleáns tomamos el barco que nos llevó a través del Golfo de México hasta Livingston.  Esta vez padecí de mareos sólo un día;  el clima tampoco estuvo bonito.  Estuvimos siete días en el barco, pero no había ninguna comparación con el vapor alemán. Era pequeño, sucio, la comida era mala y el capitán impresentable.  En el camino hicimos escala en Belice.  Todo era absolutamente bello allí. El mar por primera vez totalmente verde, el cielo azul, la ciudad en la costa con casas blancas, alrededor cocoteros, en el fondo verdes montañas, un bello lago y un cielo sin nubes de un azul profundo.  Eso es simplemente bello – La ciudad en sí misma estaba habitada en su mayoría por negros[1] – Finalmente llegamos a Livingston, que tiene el mismo aspecto que Belice.  Aquí pernoctamos, picados por los mosquitos y quemados por el fuerte sol.  Al otro día empezó la etapa final del viaje con el vaporcito de un comerciante de Cobán.  La costa era magnífica, con vegetación y cocodrilos. En el recorrido pernoctamos en un rancho indígena, durmiendo en una hamaca y con la ropa puesta. Allí fuimos picados por los mosquitos de una manera totalmente espantosa. A la tarde siguiente terminó nuestro viaje por el río y empezó el recorrido a caballo. 

 

Vapor navegando por Livingston.
1890-1925 aprox

 

Montamos durante tres días: El primer día siete horas, el segundo diez y el tercero siete. Cuando no se tiene costumbre de montar es una tortura.  Además padecimos un calor asfixiante durante dos días.  Al tercer día comenzó una fuerte lluvia y durante tres días no nos pudimos cambiar de ropa.  En esas condiciones pernoctamos en ranchos de indígenas en una hamaca los dos primeros días, el tercer día sobre  la   …   con una   …    como almohada. Con suerte sobreviví sin haber contraído alguna fiebre u otra enfermedad..

Antes de llegar a Cobán nos salieron al encuentro unos treinta alemanes que nos precedieron y siguieron en nuestra entrada en la ciudad, aunque yo no iba, lo cual sucedió así:  Antes de Cobán mi caballo, que no había sido montado durante un año, colapsó y tuve que jalarlo por las riendas a lo largo de un camino en el que mis pies se hundían en la suciedad.  Finalmente me echaron de menos y me llevaron un nuevo caballo, en el que hice mi entrada solo en Cobán.

La casa es grande pero, como todas las casas aquí, de un solo piso[2].  Cuando llegamos estaba todo decorado con palmeras y fragantes flores.  Era exactamente el primer día de las fiestas de Navidad.  La Navidad la celebramos en un rancho indígena con comida realmente muy buena.  Comimos sucios y polvorientos después de nuestro arribo, pero la comida y el vino eran de calidad. Mi cuarto es de esquina, muy grande y hermoso y habito yo solo en él, mientras que los otros jóvenes ocupan los otros de dos en dos en la mayoría de los casos; tiene armarios, un lavamanos, una cómoda, una mesa, una cama y un sofá. 

Todo es muy aseado y puntual aquí.  Se toma el café a las ocho de la mañana; a las once se sirve el desayuno compuesto de carne, huevos, papas y verduras hervidas; a las cuatro el almuerzo, que es tan bueno como el desayuno.  A las ocho de la noche se sirve el té.  Los domingos nos dan vino con la comida y antes de cada desayuno un licor de diferentes mezclas, que llaman fiesta de coco.  Después de cada almuerzo tenemos postre. 

Empiezo mi jornada a las ocho de la mañana y doy clase hasta las diez y después, por la tarde, de las dos a las cuatro.  Entre ambas jornadas doy una hora de clase de piano.  El miércoles y el sábado tengo medio día libre, así como todo el domingo. En ninguna parte hubiera encontrado un lugar más bonito ni mejor para establecerme.  La gente es realmente muy, pero muy        ;  yo nunca me he arrepentido ni me arrepentiré de haber aceptado este puesto.  Le agradezco a Dios por estar aquí y creo que me resultará difícil marcharme de aquí.[3]

 

Familia Thomae paseando a caballo frente a su casa de habitación.
1890-1925 aprox

 

Cobán se encuentra en un lugar espléndido, rodeado por anillos de montañas de un verde profundo y en gran parte está habitada por indígenas.  De eso se trata mi descripción adjunta;  que podría aparecer en algunos días en el Frankfurter Zeitung[4].  Hay aquí entre ochenta y cien alemanes que han fundado un Club Alemán.[5]  El ambiente allí es verdaderamente germánico y acogedor.  Nuestro patrón era el Presidente del Club a nuestro arribo y ha sido reelecto.[6]  Es un hombre muy querido por aquí. En los alrededores de Cobán hay muchas plantaciones de café que, en su mayor parte, son propiedad de alemanes, de las cuales ya he visitado algunas.  Voy a pasear a caballo y salgo de paseo con los jóvenes.  Actualmente llevo aquí una vida muy tranquila.  Ya entiendo algo de español y aprendo también de los libros.  Hemos instalado en otra buena casa un bonito billar, al cual juego diariamente.  Los jóvenes que viven aquí en la casa tienen una sociedad coral, la cual actualmente dirijo[7]. Mis bultos de equipaje llegarán aquí hasta el dieciocho de enero.  En Livingston quedaron a buen resguardo.

Una semana hacía de mi arribo cuando experimenté una gran alegría y sorpresa.  Recogí una carta certificada del Cónsul de Frankfurt del Main.  Allí dentro se encontraban una grande y bonita fotografía de la familia imperial alemana.  En el reverso había una dedicatoria que decía “En recuerdo de Alemania, dedicada al honorable señor August Rouge N. 1 Cónsul.  Frankfurt del Main, 24 de Noviembre de 1893.”  Junto a ella había una tarjeta con cordiales deseos de bienestar.  Le manifesté enseguida mi agradecimiento al Cónsul y pienso enviarle un interesante trabajo de los indígenas. Así se desenvuelve mi vida en la actualidad. 

Reciban los saludos cordiales de

August

 

 

[1] Esta descripción de Belice corresponde a la ciudad destruida por el ciclón del 10 de Septiembre de 1931.

[2] Se trataba de la casa de Moritz Thomä o Mauricio Thomae, como se le conocía en Guatemala.

[3] Estas palabras resultaron proféticas, pues August no abandonaría ya Guatemala, salvo para visitar a su familia en Alemania.  Falleció en Guatemala en 1945, como después veremos.

[4] La copia que poseemos corresponde al “Darmstädter Tagblatt”.  No sabemos si se publicó también en el “Frankfurter Zeitung”.

[5] El Club Alemán de Cobán fue fundado el 16 de diciembre de 1888.  Vid.  Wagner, Regina: op. cit., p. 320.   Vid. infra: Apéndices,  Fotografía 4.

[6] Al comparar esta afirmación con la lista de presidentes de la Deutscher Verein o Asociación Alemana de Cobán, resulta ser que el presidente de la misma en 1893 y 1894 fue Moritz Thomä, nacido en Frankfurt del Main; según apunta Regina Wagner, había realizado su aprendizaje en una empresa de importaciones y exportaciones de Londres; fue miembro del Club Alemán de Cobán desde 1888, año de su fundación.  Falleció en Alemania en una fecha que desconocemos.  Vid. Liste der Vorsitzender des Deutschen Vereins en el libro  Deutschtum in der Alta Verapaz, op. cit., p. 106; Tafel I. Zusammenstellung der Deutschen der Verapaz, ibid.; Terga: op. cit., p. 350  y Wagner:  op. cit., p. 177

*. Paleografía y traducción del alemán por Francisco Roberto Mayorga Morales

Bibliografía:

Mayorga Morales, Francisco Roberto. August Rouge (1873-1945)  Un maestro Alemán en Guatemala.

August Rouge, Breve Bio

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