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Cartas de Erwin P. Dieseldorff | Carta #13 parte II

Cobán 27 de Diciembre de 1888
Carta#13 parte II
Estuvimos ausentes de Cobán desde el lunes hasta el viernes por la noche. La primera noche pasamos una gran pena, pues el doctor Karl Sapper quien se hizo cargo de las provisiones para el viaje había olvidado –conforme a la manera de los estudiosos alemanes- los fósforos y las candelas y como aquí oscurece a las seis cuando no hay claro de luna, estábamos bastante desesperados. De repente entraron tres indígenas con candelas sagradas e incienso a la ermita y se las dedicaron a sus santos. Tan pronto como terminaron con sus oraciones se fueron. Inmediatamente apague el incienso que nos ahumaba tan desagradablemente y solo deje quemando una candela. Las otras nos sirvieron formidablemente en las otras noches. Desde luego, yo hice mi cama, puse abajo un colchón, me tape con tres frazadas de lana y mi impermeable y aun así tuve mucho frió. Finalmente me acosté todo vestido y con zapatos y encima todavía envolví mis pies en un saco de café impermeable y a pesar de todo eso tuve frió como nunca antes.

Las excavaciones (diez hombres en dos días) nos rindieron pocos materiales, sin embargo tuvimos algún éxito científico. Encontramos lindas perlas, bonitas puntas de lanza, vasijas y una cantidad de cráneos, dientes, etc, según nuestros cálculos tienen unos 500 años. Además encontramos una gran línea de defensa de los pacíficos indios hacia la línea fronteriza, que en tiempos antiguos seguramente era tenida como gran fortaleza. Alrededor del pueblo había muros de piedra.

Me he encariñado mucho con mi caballo llamado “lieb” me entiende muy bien, conoce la mínima presión de las riendas, muy tranquilamente me coloca la cabeza sobre el pecho para que lo acaricie. Yo mismo ensillo siempre al caballo y veo que reciba todo diariamente. Salgo a caballo cada día en tanto lo permite el tiempo.
Adela esta ronca y no puede hablar, excepto en tono de cuchicheo, lo que parece bastante raro, porque generalmente se la oye hablar mucho. Mi citara se convirtió en el amigo de todos, cantamos a varias voces y la uso unas tres veces por semana. Ahora ya no me avergüenzo y todo mejor. Aquí hay un club alemán en el que hay una pista de boliche y un juego de billar, allí se reúne toda la población alemana los jueves por la noche y el domingo a mediodía.
La navidad transcurrió a su manera, bastante alegre, en tanto lo permite el estar separado de los suyos. Muchas muchas veces pensé en ti y me imagine como seria con ustedes. Aquí tuvimos un lindo tiempo de verano, el sol brillaba alegremente desde el cielo azul, mientras ¿Qué diferente debe haber sido con ustedes?
En noche buena pusieron un árbol de navidad donde el tío (Heinrich Rudolph Dieseldorff), y toda la familia se reunión allí y también la mitad de la colonia alemana. Adela organizo unas representaciones con niñas y niños muy artísticamente. Los alemanes nos fuimos pronto a Chimax (de R. Sapper) donde cenamos a las cinco de la tarde. Éramos Richard Sapper, el doctor Karl Sapper, August, Hermann Helmrich, Hans von Türkheim, Max Hesse, Max Porsche, Alfred Reuther, Carl Heinrich Sauerbrey, Habs Georg Westendorff y Ludwin Euler (pariente de Sapper).
Después de la comida, August puso un barril de cerveza, que había perdido una apuesta. La cosa se puso alegre y no se tomó en exceso; yo desde luego fui bastante moderado y solo tome dos botellas; tu sabes que a mí no me gusta beber tanto. Cantamos muy bonito, el doctor Karl Sapper y Sauerbrey tocaron piano y la noche paso sin contratiempos, lo que siempre se teme, pues parece que entre alemanes siempre hay riñas.

A las doce de la noche, después que paso una gran procesión frente a nosotros, fuimos a la iglesia. Estaba bastante llena de hombre y mujeres indígenas, por lo que no nos quedamos viendo el encanto por mucho tiempo y mejor me fui a a casa, mientras algunos siguieron tomando hasta las cuatro en Chimax.

El 25 hubo baile donde Heinrich Rudolf Dieseldorff que transcurrió bastante agradable. Allí estaba el tío con su señora Rosa, su hermano Sammy Slattery y su hermana, la señora de Pablo Sierra, su esposo y una hija; Agnes(August no baila) Adela, Ego(yo), August Helmrich, Porsche, Reuther, Westendorff, Sauerbrey, Blümchen(John) Zelck y Theodor Stalling, de la casa Sarg Hermanos; además estaban allí el jefe político con su señora y cuñada, su primo y señora, Dr med de la Vera Paz con su hija, la señorita Trinitas, una señorita grande y remilgada y tonta, algo vieja bien parecida, maquillada, llena de vida y tonta (tuve el gusto de sacar dos veces consecutivos el mismo color que ella en el cotillón). Mi español aun no es muy bueno, pero me puedo dar a entender bastante bien. Bailamos en la sala de recibir del tío, pero como el piso se pudre aquí en dos años, el gordo de Euler rompió tres veces el piso, lo que contribuyó a la diversión; desde luego, los hoyos se taparon de inmediato otra vez. August H. se cayó con Adela al suelo en la primera ronda. Para Año nuevo se va organizar un segundo baile en el Club Alemán.
Juan Moncada

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