Te escribí la última vez el 4 confirmando que recibí tu carta del 15 de diciembre. Hoy te escribo sólo porque se ofrece la oportunidad, no porque tenga algo nuevo que contar.
La última semana todavía cortamos los cafetos viejos, pero también lo que sigue. El método es que cuando los cafetos llegan a tener 15 años y ya no dan más fruto, hay que podarlos a un pie de altura sobre el suelo con un machete (un machete es de dos pies de largo, desde luego también los hay de otra forma) y es la única arma, muy peligrosa, que poseen los indígenas. Al mismo tiempo se limpia el tronco de la vieja corteza y se saca la maleza con sus raíces alrededor del mismo. Lo principal es que el corte sea bien liso. Después de un año crecen del tronco viejo de cuatro a diez retoños nuevos, que dan fruto de nuevo en dos años; o sea que el árbol se rejuveneció. Después de un año se reduce el número de retoños con una tijera a tres o cuatro y se cortan las ramas largas en la punta para que se fortalezcan. Si la raíz de los arbolitos no está cubierta de tierra, se amontona tierra al rededor del tronco para hacerle llegar más nutrientes. Estos trabajos tuve que supervisar la semana pasada.
En los cafetos viejos se encontraron bastantes orquídeas, que sembré en el jardín, o sea que las até a árboles; adjunto te envío una flor. Hay todavía tres a cinco clases diferentes, pero ya dejaron de florecer. También me he ocupado de esconder (enterrar) saltamontes milagrosos en el jardín; las cantidades que aparecen son enormes. Hoy te envío, como curiosidad, una mantis religiosa y una araña. de las cuales algunas son algo venenosas. Aquí hay tremendas cantidades de bichos. por la mañana se encuentran pulgas por docenas en las botas y en la hierba hay una especie de piojo.[1] de manera que cada noche se tiene que registrar uno y generalmente se encuentran dos a tres insectos.
Los papagayos vienen otra vez hacia nosotros y hacen un fuerte griterío y dañan algo los árboles, ya que comen la flor y la cáscara del fruto. Me tuve que comprar un nuevo caballo, que me costó 90 táleros.[2] El otro está en Cobán y ojalá que se reponga estando inactivo en el prado.
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