Por Julio Rossignon
Ninguna parte del país en más propia que la Verapaz para la agricultura. En efecto ¿dónde las abejas encuentran con mayor abundancia y en todo tiempo tantas flores embalsamadas, tantas plantas aromáticas? En Cobán, sobre todo, las colmenas dan un producto tan abundante como exquisito. En todas las casas hay colmenas indígenas que suministran una miel deliciosa. Un joven apreciable, dotado del don de la observación, el finado D. Filadelfo Rivera Paz, cultivaba con esmero las abejas.
Al principio decíamos que la Verapaz encierra, a más de las plantas comunes a las otras secciones de Centroamérica, un gran número de vegetales especiales que la caracterizan, y forman una zona de vegetación enteramente distinta. El liquidámbar, hermoso árbol, bien formado y poblado de un follaje verde reluciente, es común en todas las partes elevadas y frías del departamento. De algunos años acá, sin que se sepa el motivo, la extracción del bálsamo que lleva el mismo -nombre, se ha vuelto insignificante. El bálsamo que se encuentra en el mercado está casi siempre adulterado con la resina del pino (trementina). El número de árboles de liquidámbar que se encuentra en las montañas de la Alta Verapaz es prodigioso. Se dice que, en el pueblo de Santa Cruz, tres leguas S. O. de Cobán, existían antes unos indígenas que se dedicaban a la extracción de este bálsamo; extracción de la cual hacían un secreto, y que dichos indígenas se han muerto, uno tras otro, sin confiar a nadie el método que empleaban. Pensamos que el beneficio del bálsamo es bastante simple para no dar crédito a tamaña fábula. [1]
El arrayán (Myrica cerífera), especie de encina enana, forma bosques espesos en muchas montañas de la Alta Verapaz y ocupa grandes trechos en toda la parte superior de la cordillera. La cera que se obtiene mediante el cocimiento de sus frutas llegadas a la madurez es el objeto de un pequeño comercio en toda la Verapaz, donde su consumo es más considerable cada año. En las procesiones de la Semana Santa en Cobán, podrá verse millares de candelas de cera vegetal que iluminan las calles. La candela de cera vegetal es preciosa en los lugares calientes, porque se mantiene dura, a pesar de la elevación de la temperatura.[2]
Las partes frías de la Verapaz presentan en su vegetación y particularmente en el aspecto de sus árboles, mucha analogía con ciertas regiones templadas y húmedas de la Europa y de la Luisiana. Cuéntense muchas variedades de encinas. Un árbol muy común y que empieza a observarse entre Santa Cruz y Tactic (camino de Guatemala) es el rasocho, en el idioma del país. Este árbol es una especie de aliso, vecino del arce. Pierde, sus hojas durante la invernada (noviembre, diciembre y enero), Y sus semillas aladas parecen colocarlo en la familia de las aceráceas. Es muy común y caracteriza la vegetación de los cerros húmedos de Tactic, Santa Cruz, Cobán y San Pedro; probablemente existe también en regiones análogas, que no hemos visitado. Igualmente se halla en los mismos parajes, poco menos abundante, un árbol enteramente parecido, por su tamaño, su follaje, su corteza y sus flores al carpino de Europa. Pierde también sus hojas durante los meses fríos del año. Una variedad, de sauce se encuentra a la orilla de los ríos y experimenta el mismo descanso en su vegetación. Los pinos se hallan representados en los lugares estériles y elevados de la cordillera por varias especies: conocemos también, una variedad de ciprés, distinta de los que se hallan en los Altos, y es mucho menos común.
La zarzamora, impropiamente llamada mora silvestre, presenta tres o cuatro variedades y forma inmensos breñales entre las chispas (helechos) y las nelastomáceas, que recuerdan al observador que está en la América intertropical. La fruta de la zarzamora es abundantísima y con ella se prepara una jalea muy agradable, cuyo uso debiera generalizarse, así como el jarabe, que no cede a ningún otro, de frutas acídulas. La zarzaparrilla crece en todas las partes cálidas y frondosas del departamento; y se sabe que la zarza conocida impropiamente en el comercio bajo el nombre de zarzaparrilla de Honduras es en gran parte extraída de las montañas de la Verapaz. Un hacendado de Cobán nos asegura haber sembrado últimamente en sus tierras de Choctun (al norte del camino de las salinas) muchos millares de este útil bejuco. Según sus cálculos es asombroso el resultado que debe dar esta siembra especial, la cual se verifica sin necesidad de preparar el terreno, en medio de los bosques más espesos. Los experimentos del señor Leal merecen una especial mención, pues los zarceros han destruido más de la mitad de los bejucos que existían antes.
Tres variedades de vainilla, las que se conocen por ahora, se encuentran en los parajes calientes y húmedos de este departamento; siendo de notar que se vende comúnmente en la plaza de Cobán una especie de vainilla muy gruesa y de figura triangular, que no es el vainillón conocido en el comercio. Su aroma es muy fino, y los indígenas lo usan a menudo. El árbol que suministra la pimienta de Chiapas (pimienta de Jamaica, Eugenia pimienta) es muy común en las partes montuosas de Cobán, San Pedro y otros lugares análogos.
Po lo demás, la costa del departamento presenta la misma vegetación que a que se observa del lado de Izabal y santo tomas. Son las mismas musáceas (familia a la cual pertenece el banano o el plátano), heliconias, las mismas anonáceas (Canna indica), las mismas bromeliáceas terrestres y parasitas (Tillandsia) etc, la caoba, el cedro, el campeche, el canelo, el moscadero que produce el sebo vegetal (Myristica sebifera), acompaña a las mismas mimosas, acacias que se hallan en todas las costas de Centroamérica, con gran numero de palmeras de muchas variedades. El cacao silvestre es muy común en toda la costa y es el objeto de explotación sistematizada por parte de los indígenas. En fin, el palo de hule acaba de ser en el departamento el objeto de especulación por primera vez.
La extracción del hule, según se nos ha asegurado, no se ha hecho en este departamento con todas las precauciones que se requiere: se ha comprometido la existencia de un gran número de palos: muchos han sido destruidos; y los mas bien tratados no volverán a producir goma sino dentro de tres o cuatro años. Es de sentir que todas las explotaciones de esta clase que se verifican dentro de los bosques y en la soledad den lugar a abusos tan deplorables. No se debiera tolerar que el primero que venga se crea autorizado para destruir vegetales preciosos que forman parte de la riqueza del país. Ojalá las explotaciones se hicieran bajo vigilancia de inspectores designados al efecto, debiendo el empresario pagar una multa por cada árbol inutilizado por su incuria. Así s como se echa a perder la zarzaparrilla que ha desmerecido mucho su valor en los mercados extranjeros de algunos años acá. Los indígenas de la Verapaz cortan los palos de arrayán, cada vez que se hallan demasiado altos y que la cosecha de sus frutos les puede ocasionar algún trabajo, y van destruyendo así, en un momento, lo que la tierra no produce sino después de muchos años. Creemos que hay algo qué hacer para poner un límite a estas devastaciones.
En esta rápida reseña no hemos podido mencionar todas las plantas útiles, poco conocidas aún, que un observador paciente encontraría en este país. Tenernos a la vista una simiente particular, análoga, por su olor aromático, al cardamomo de las Indias Orientales, y que los indígenas emplean corno estomacal y contra las relajaciones del tubo digestivo: no conocernos todavía la planta que las produce; y nuestra ignorancia es aún mayor respecto de muchos vegetales aromáticos, cuya variedad parece ser peculiar de la Alta Verapaz, pues en ninguna otra parte del país que hemos visitado, hemos visto tantos vegetales balsámicos.
Si pasando a un objeto menos útil, nos ocupamos de las flores que produce la Verapaz no sé hasta donde nos llevaría su simple nomenclatura. Esta tierra predilecta de las parásitas, de esas flores anómalas, de figuras fantásticas, caprichosas, estrambóticas, de colores y perfumes tan variados como su figura, flores que recuerdan este pasaje del autor de “Pablo y Virginia”: Así es como la naturaleza, dice Bernardino de Saint Pierre, ha colocado, entre los trópicos, la mayor parte de las flores aparentes encima de los árboles; las he visto en pequeño número, en las praderas, pero en gran número dentro de los bosques: en ese país es preciso alzar los ojos para ver flores, en el nuestro es preciso bajarlos hacia el suelo.
A esta multitud de flores corresponde otra multitud de aves de brillante plumaje, aves canoras. Así es en muchas partes de este país se hace una especulación de alguna importancia en aves vivas y desecadas: pero es preciso, para gozar de todo su mérito, verlas y oírlas en los montes de la Verapaz. Las aves canoras parece que escogen de preferencia esta parte de la cordillera sembrada de cerros tan aproximados unos de otros, que formando mil ecos repiten muchas veces su melodioso acento: el pito real, el sinsonte, el estornino, el mirlo y tuttisquanti no cantan en sus jaulas como en los bosques, siempre verdes de la Alta Verapaz.
La Verapaz encierra muchos minerales, de los cuales pocos son explotados. Cerca de San Cristóbal el Excelentísimo señor Presidente posee una mina de plomo, la cual, hábilmente explotada y con la actividad característica de su propietario, dará cuantiosos productos. Cerca del mismo paraje (San Joaquín), hay extensas minas de yeso, de una blancura extraordinaria, las cuales explotadas regularmente prestarán grandes servicios, tanto a la agricultura como a la industria fabril.
En un lugar llamado los Nueve Cerros, veinte leguas al noroeste de Cobán, existe un manantial de agua salada, explotado de pocos años acá, y que produce una gran cantidad de sal que se consume en la Alta Verapaz. Es un riachuelo de agua salada, que sale en medio de dos cerros en un barranco. La sal obtenida por evaporación es muy blanca y de una calidad superior. Las salinas de los Nueve Cerros pertenecen a la Municipalidad de Cobán, que las denunció algunos años ha. Al principio se arrendaron por la cantidad de ochenta pesos anuales, y este año ha subido el arrendamiento a mil pesos anuales, en virtud de haber sido pujadas por muchas personas. Hoy día se está mejorando el camino, y se está formalizando el establecimiento; mas no se deberá olvidar que don Juan García Pola ha dado el primer paso, y que su perseverancia, coronada por el mejor éxito, ha despertado la codicia de los que se han reemplazado en el arrendamiento de las salinas. La Verapaz debe encerrar minerales de plata, y se dice que hay varios abandonados desde muchos años atrás: lo cierto es que las iglesias de la Verapaz tienen todas sus alhajas de plata, cuyo metal procede de las minas del país y que, en especia], la iglesia de Cahabón, es muy rica en estatuas y adornos de plata maciza. El hierro es abundante en la Alta Verapaz. En Cobán existe una mina de esquito carbonoso, que no ha sido explorada. La piedra de cal es abundantísima, y forma enormes cerros, siendo esto una indicación asaz exacta de la existencia de otros minerales preciosos.
Aguas termales se encuentran en varios puntos del departamento, y las que existen entre la Canoa (río Grande) y las Tejas (a quince leguas de Guatemala), harían la fortuna de un empresario de baños en Norteamérica o en Europa. Estas aguas son sulfurosas y de todos temples: una se mantiene a la temperatura de la ebullición, otras a la del cuerpo humano; en fin, las hay frías. Surgen de una tierra arcillosa, casi del mismo modo que las de los infiernillos de Ahuachapán y Tepetitlán(Estado de El Salvador). Están impregnadas de aluvita, sal que se va depositando poco a poco en la superficie del suelo, donde la busca con avidez el ganado de los alrededores.
Existen en la Verapaz muchas otras curiosidades naturales que figurarían con bastante brillo en una revista ilustrada. Entre ellas se encuentra la gruta de estalactitas de Lanquín, a medio camino de Cobán a Cahabón. La gruta de Lanquín destila un agua caliza incrustante, que forma paulatinamente al caer en el suelo, hermosas cristalizaciones de carbonato de cal, que llaman los mineralogistas Estalactitas. Por dentro de la cueva corre un rio poblado de peces particulares, que se distinguen por unas barbas o apéndices cartilaginosos, delgados e irritables, que parecen reemplazar en estos animales subterráneos el órgano de la vista, que les es casi inútil.
Debajo de muchos cerros de la Alta Verapaz existen grutas de menos dimensión comunicando algunas de ellas entre sí, y que parece sirven de recipientes a las aguas de los temporales copiosos. Algunos de estos recipientes reposan en ciertas épocas del año, y con el agua salen a luz, bastante atónitos, peces de la clase que acabamos de describir: es de notar que estos pececitos se mantienen durante el día en tropel alrededor del agujero que da salida al agua: parece que la luz del sol los ofusca y no se deciden a salir, sino de noche; lo que indica suficientemente que estos animales viven durante todo el año en la oscuridad. Son probablemente los mismos que se han observado en algunas erupciones hidrovolcánicas, mentadas por el célebre Humboldt. El pez de las cavernas de Cobán se llama Juilín: es de la misma familia del Bagre (Catfish), pez-gato de los ingleses, el cual se mantiene en el cieno de los ríos, en las aguas turbias, y se nutre de toda clase de inmundicias. El catfish es en Belice un verdadero zopilote de agua: limpia enteramente el río que pasa en medio de la colonia, de todas las basuras que se botan en él. He aquí el motivo por el cual el Bagre no se come en Belice, ni en Izabal, ni en los demás puntos de la costa.
El reino animal cuenta numerosos representantes en la Verapaz. En general la caza es abundante. El Pecarí o coche de monte, anda por partidas grandes, que dan mucho qué hacer a los indígenas en tiempo de la formación de las espigas del maíz (elotes). Hay muchos ciervos o venados, una especie de Corzo, impropiamente llamado cabro de monte. El tepescuintle se halla con frecuencia en las numerosas cuevas de la Alta Verapaz. La cotuza y la liebre de América (impropiamente conejo), son abundantes. El tapir o danta se halla en todas las regiones cálidas, húmedas y solitarias. Varias clases de gallináceas, palomas y tórtolas habitan los bosques y las llanuras. El mono aullador (Stentor de Geoffroy St. Hilaire) habita las montañas y es muy común en las riberas del Polochic, donde sus aullidos espantan al que los oye por primera vez. El Polochic hormiguea de lagartos, a quienes nadie incomoda, a pesar de que hoy día el cuero de este terrible reptil, despojado de sus escamas, sirve para fabricar zapatos y botas impermeables. Abundan igualmente las tortugas de agua dulce, cuya carne es muy delicada. En fin, en el interior de la Verapaz hay lagunas y ríos donde abunda el pez, que casi nunca se pesca, lo que es en Centroamérica casi una regla general.
[1] El bálsamo liquidámbar, a veces confundido en el comercio de drogas bajo el nombre de Estoraque Líquido puede tener aplicaciones varias en la farmacia, a más de las que se conocen: así esta hoy reconocido que dicho bálsamo puede reemplazar perfectamente al de copaiba, con la ventaja de no tener el olor ni el sabor harto repugnantes del último.
[2] El Myrica cerífera pertenece a la familia de las Myricaceas de Ias Capulijeras (encinas), separadas de las Ameotáceas por el profesor Richard. También es próximo de dicha familia del género liquidámbar del cual Mr. Blume ha propuesto hacer una familia distinta bajo el nombre de Malsamilluas. Su lo que fuere, el liquidámbar ocupa un lugar entre las Myricas, ya tan cerca de las encinas y de las Betuláceas (abedul). Este árbol, parecido al arce de Europa pierde sus hojas en los meses de noviembre, diciembre y enero.
Referencia:
Memoria dedicada al consulado de comercio de Guatemala. Anales de la Academia de Geografía e Historia de Guatemala Tomo XXXII, 1959
*. Las fotografías mostradas únicamente son una forma de ilustrar los texto y no corresponden al relator.
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