Mí querida Angelina, queridos hijos y querido yerno:
Para que Uds lleguen a saber algo de mi vida, les doy enseguida, grandes rasgos los datos concernientes:
Nací en Hamburgo el 16 de Enero de 1869 siendo yo el hijo menor de 3 hijos que tenían mis padres. De mis 2 hermanos se murió el mayor Bernardo, la edad de 23 años y el otro Oscar murió en 1929 teniendo 67 años, dejando una hija que aún vive y que se llama Olga.
Mi padre Adolfo Klug murió en 1869 teniendo 46 años y mi madre Otilia Kindt de Klug falleció en 1871 teniendo 35 años de edad. Contaba yo entonces 2 años al perder padre y madre y se entiende que no me puedo recordar de ellos.
Mi madre tenía un solo hermano, llamándose Adolfo Kindt él que vivía muchos años en Tepic/México donde se casó con una mejicana de nombre Rafaela Merino. Una de sus 3 hijas se llama también Rafaela y es ella mi prima que me esta, cuidando actualmente. De las otras dos primas una viva aquí en Hamburgo y es soltera y la otra reside en España, casada con Alemán y tiene 4 hijos, 14 nietos y 3 rebisnietos que viven en parte en Huelva y Sevilla y en parte en Madrid. Mi tía Rafaela Merino de Kindt murió en 1877 en Tepic a la edad de 33 años y mi tío después de tan triste suerte regresó con sus hijas a Alemania.
Habiendo terminado mis estudios en la escuela en 1887 elegí como profesión la carrera mercantil, trabajando 3 años como aprendiz en una casa importante que se dedicó a la exportación de mercaderías a México. Fue allí donde aprendí los principios del idioma castellano y donde me sobrevino el deseo de perfeccionar mis conocimientos en ultramar. Pero antes de realizar este deseo, tenía que cumplir con el servicio obligatorio militar, haciéndolo en la caballería durante un año.
A fines de 1892 yo y el joven Don Antonio Runge que más tarde ha sido y hoy todavía es mi mejor amigo, nos embarcamos para Guatemala donde Don Juan Zelck nos contrató para su Almacén de mercaderías en Cobán. Al cabo de 2 años y no gustándome mucho la vida detrás del mostrador, compré la tienda La Providencia en jurisdicción de San Cristóbal Verapaz pero 10 años después la vendí habiendo luchado en vano contra la decadencia que en aquellos años sufrió el mercado cafetero. En seguida vivía un año en la capital de Guatemala y algunos años como Administrador de fincas en el Departamento de Quezaltenango. Durante este tiempo hice largos viajes a los Departamentos de San Marcos, Quezaltenango, Huehuetenango y El Quiché – Viajes que me condujeron a los Altos en Tierra Fría.
Durante mi permanencia en la Costa mi cariño por la Alta Verapaz no me ha dejado tranquilo y así fue que regrese a Cobán pasando 6 años en la casa de la familia Schilling trabajando en Chimax, centro de una importante empresa de fincas de café. Durante aquel tiempo llegue a conocer a mi querida Angelina, madre amorosa de mis hijos y, la que hoy día aun agradezco los años felices que he pasado al lado de ella venciendo conmigo los contratiempos que no dejan de ocurrir en ningún hogar.
En el centro Wilhem Klug Kinth, lado izquierdo Olga Angélica Klug Mejía y Guillermo Klug Mejía .1928
Regresando en 1920 de un viaje que hice a Alemania, la casa Dieseldorff & Co. me ofreció un puesto de tenedor de libros en su almacén de mercaderías, hasta que una crisis mercantil me obligo a dejar mi puesto en 1933 por lo reducido que quedo mi sueldo que ya no alcanzaba para la subsistencia de mi vida.
Hasta aquí la relación de los acontecimientos durante los 40 años de mi vida en Guatemala, guardando yo imborrable afecto a mi segunda patria y en particular a la Alta Verapaz a donde he pasado los años más felices de mi juventud.
De izquierda a derecha Bernardo Adolfo, Olga Angélica, Erica Lidia y Enrique Klug mejía. Parados izquierdo Guillermo Klug Mejía, lado derecho Angélina Mejía. 1933
No dejo de mencionar a mi tío Adolfo Kindt, además de sus 3 hijas, tenía un hijo también de nombre Adolfo, el que falleció en Monterrey/México en 1898 a la edad de 25 años.
Desde 1933 hasta 1939 mi vida en Hamburgo paso tranquilamente, siendo interrumpida esta tranquilidad por la horrible guerra mundial que dejo a Alemania destruida y la mayor parte de sus ciudades en ruinas como también Hamburgo. Me faltan palabras para describir las horas de ansiedad durante días y noches que pasamos mi prima Rafaela y yo con otros habitantes en el sótano de nuestra casa mientras que las bombas explosivas cayeron alrededor. Estuvimos durante 6 años a merced de Dios.
Mi nieta Olga y mi amigo don Antonio salvaron su vida pero perdieron su habitación y sus bienes; todo fue devorado por las llamas. Esto sucedió de 1939-1945 y hoy 3 años desde no se nota todavía una paz que es tan necesaria para todo el mundo.
Creo haber satisfecho con lo antedicho sus deseos de conocer mi vida. Lo que de mi vida me resta todavía, serán años o meses -¿Quién lo puede adivinar?-.
A mi edad la muerte puede llegar a cada momento, pero sea como fuera, yo al exhalar mi último suspiro, lo haré pensando a mi querida familia de Cobán haciendo votos por su felicidad.
Mi prima la señorita Rafaela Kindt, fiel compañera en mi vejez les dará parte si por enfermedad u otro motivo ya no me será posible escribir personalmente.
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